Esta es la historia del whisky y cómo se elabora
El whisky, esa bebida alcohólica que ha conquistado a muchos, es uno de los destilados más antiguos y prestigiosos. Se obtiene de la fermentación y destilación de granos como el centeno, trigo o maíz, a veces combinados con malta de cebada, resultando en un líquido de color amarillo claro a marrón oscuro con un sabor característico.
Los orígenes del whisky se remontan a la Edad Media en Escocia e Irlanda, donde los monjes destilaban “uisce beatha” (agua de vida en gaélico). Aunque su origen exacto es difícil de determinar, se cree que proviene de estos lugares en el siglo XV, donde se producía utilizando cebada, trigo y otros granos, agua y miel.
A lo largo de los siglos, el whisky ha experimentado cambios y mejoras. En la Edad Media, se destilaba en pequeñas cantidades para el mercado local. Con el tiempo, la destilación se sofisticó y en el siglo XVIII, los destiladores escoceses comenzaron a usar barricas de roble para envejecer el whisky, dándole un sabor más suave y complejo.
Hoy en día, el whisky se produce en todo el mundo, desde Escocia hasta Japón, con una gran variedad de estilos y marcas, cada una con su sabor único. La producción implica la molienda de los granos, la fermentación del mosto, la destilación del líquido y finalmente, el envejecimiento en barricas de madera, lo que contribuye a su sabor y aroma distintivos.