San Luis de las Peras: el pueblo sumergido que emerge entre leyendas en Villa del Carbón
Las ruinas de un pueblo del siglo XVI aún pueden verse bajo las aguas de la presa Taxhimay; entre historia, misterio y naturaleza, es uno de los destinos más fascinantes del Estado de México.

La Presa Taxhimay, ubicada en Villa del Carbón, resguarda los vestigios del antiguo pueblo de San Luis de las Peras, inundado en 1934 para abastecer de agua a Hidalgo. Hoy, sus torres e iglesias sumergidas son un atractivo turístico cargado de historia y leyenda, donde los visitantes pueden navegar entre ruinas y disfrutar de actividades al aire libre.
A menos de una hora de Villa del Carbón, Estado de México, se alza una imagen surreal: la torre de una iglesia emergiendo de un lago. Se trata de la Presa Taxhimay, un embalse construido en 1934 que sepultó bajo sus aguas al antiguo pueblo de San Luis de las Peras, uno de los asentamientos más antiguos de la región, fundado en 1536 sobre un territorio otomí.
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La creación de esta presa fue ordenada por el entonces presidente interino Abelardo L. Rodríguez, con el objetivo de llevar agua al estado de Hidalgo. Sin embargo, para lograrlo, fue necesario desalojar a los pobladores del lugar, muchos de los cuales se resistieron hasta el último momento. El agua finalmente cubrió sus calles, casas y recuerdos, dejando como únicos vestigios visibles la torre de la parroquia de San Luis Rey de Francia y la cúpula del templo del Cristo del Quejido.
Según una leyenda local, la devoción al Señor del Quejido nació cuando un leñador escuchó un lamento proveniente de un árbol que talaba. Al investigar, se descubrió una figura de Cristo en su interior. Esta historia ha sido transmitida por generaciones y sigue dando vida a la memoria del pueblo desaparecido.
Durante los meses de sequía, las ruinas emergen casi por completo, permitiendo a los visitantes explorar los restos arquitectónicos, incluyendo los vestigios de la Hacienda de Javier Rojo Gómez, último hacendado del lugar y exgobernador de Hidalgo y Quintana Roo.
Hoy, la presa se ha convertido en un atractivo turístico para quienes buscan naturaleza, historia y misterio. Se pueden hacer recorridos en lancha, kayak, acuabici o incluso paseos a caballo por los alrededores. Los restaurantes cercanos ofrecen trucha fresca, capturada directamente del embalse, y algunos ofrecen experiencias únicas como cenas flotantes al atardecer.