Opinión

Vientos de Cambio desde Costa Rica: FIEXPO y el Despertar Regional

Por Eduardo Chaillo, CMP, CMM, CASE, CITE

En medio de un escenario global inestable —con tensiones geopolíticas, cambios económicos y nuevos equilibrios en el orden internacional— hay sectores que, lejos de paralizarse, encuentran oportunidades para reinventarse, redefinirse y relanzarse.

Tal es el caso de la industria de reuniones en América Latina, que en los últimos años ha pasado del rezago a la resiliencia, y ahora a un punto de inflexión prometedor.
La semana pasada, en el marco de FIEXPO en Costa Rica, se respiró algo distinto. Una energía renovada, una narrativa transformadora y una convicción compartida: que los eventos —más allá de su componente
turístico— son herramientas estratégicas para el desarrollo de los territorios. Este no fue un encuentro más.

Fue una plataforma donde convergieron temas clave como la transferencia de conocimiento, el impulso a
clústeres económicos, la innovación tecnológica, la sostenibilidad real (no de discurso) y la formación de
nuevas generaciones de líderes. FIEXPO, en su primera edición en territorio costarricense, demostró que una feria puede ser mucho más que citas preestablecidas. Entre pabellones creativos —notablemente los de Colombia, Perú y Ecuador— se llevó a cabo un vibrante concurso de burós de convenciones (DMO Challenge), un foro de mujeres líderes, talleres de inteligencia artificial aplicada a la medición de impacto, espacios políticos con ministros y organizaciones globales, y reconocimientos que celebraron el profesionalismo sin perder el toque cálido de esta gran familia que conforma la industria de reuniones latinoamericana.

Costa Rica, país anfitrión, mostró por qué se ha convertido en referente regional: infraestructura moderna,
como su centro de convenciones sostenible, un entorno natural y humano excepcional para los negocios, y una narrativa coherente que vincula turismo, sostenibilidad e inteligencia estratégica. Pero lo más valioso no fue solo lo que ocurrió durante la feria, sino lo que se insinuó como tendencia: una
industria en la región que ya no gira exclusivamente en torno a lo hospitalario, sino que comienza a hablar el lenguaje del desarrollo, la educación, el legado y la competitividad. Una industria que, con el impulso de iniciativas como el Convene LATAM de PCMA (con su edición inaugural en Bogotá), la reconfiguración de COCAL, la consolidación de capítulos regionales de MPI y la creciente participación de destinos con visión estratégica, está dando forma a un ecosistema más profesional, articulado y ambicioso.

Ejemplos sobran. Colombia con su modelo de promoción basado en sectores económicos. Perú y Ecuador, donde capitales como Lima y Quito están jugando un papel cada vez más visible y protagónico. Argentina con su entramado institucional de largo aliento. Brasil con su poder de atracción en el mercado corporativo.

Panamá integrando visión regional con conectividad global. Honduras y Guatemala sorprendiendo por su
compromiso institucional. Y México, que pese a los retos nacionales, encuentra en destinos como LosCabos, Guanajuato o el Caribe Mexicano, ejemplos de trabajo bien hecho.

No se trata de lanzar campanas al vuelo. Todavía hay vacíos por llenar: financiamiento, formación,
gobernanza, datos, articulación público-privada. Pero por primera vez en mucho tiempo, la región no se siente rezagada. Al contrario: parece tener algo que otros están buscando —autenticidad, creatividad, adaptabilidad y un genuino deseo de conectar.

Tal vez estemos, por fin, frente a un segundo aire para Latinoamérica en la industria global de reuniones. No es casual. Es resultado de años de insistencia, alianzas regionales, liderazgo compartido y una creciente conciencia de que los eventos no son fines en sí mismos, sino medios poderosos para transformar comunidades, fortalecer identidades y abrirle espacio a las ideas en un mundo que necesita más diálogo y menos barreras.

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