Auroras boreales en jaque: el boom turístico desborda a Tromsø, la capital del cielo ártico

El norte de Noruega se enfrenta al dilema de mantener la magia de las auroras boreales sin colapsar sus recursos. Más turistas, menos espacio y un modelo en tensión.
Tromsø, la ciudad noruega conocida como la “Capital de las Auroras Boreales”, está viviendo una transformación sin precedentes. El creciente interés por este espectáculo natural ha convertido a esta región ártica en uno de los destinos más buscados del turismo invernal en Europa. Para la temporada 2024-2025, se esperan más de 350 mil turistas internacionales, una cifra que ha puesto en jaque la capacidad de la ciudad para responder a esta demanda masiva.

El aeropuerto: colapso en puerta
En los últimos dos años, el aeropuerto de Tromsø ha triplicado su volumen de pasajeros internacionales, alcanzando 110 mil personas solo en febrero de 2025. Aunque se inauguró una nueva terminal, la falta de personal y el clima extremo complican la operación diaria. “Estamos prácticamente en el máximo de lo que podemos gestionar”, admitió Ivar Schrøen, director del aeropuerto.
Falta de infraestructura básica
Zonas como Ersfjordbotn, popular entre quienes buscan las mejores vistas del fenómeno, carecen de servicios básicos. “Solo tenemos un baño en la cafetería, y no es suficiente para tanta gente”, señaló Bi Haavind, vecina desde hace 40 años. La sobrecarga turística ha generado una tensión creciente entre visitantes y residentes.
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Restaurantes, precios y presión social
La gastronomía local también ha sido rebasada. Tromsø contaba con menos de una docena de restaurantes en operación hasta hace poco, lo que ha ocasionado largas filas, reservas agotadas y un incremento notable en los precios, afectando tanto a turistas como a locales.
Airbnb y la crisis habitacional
El auge de plataformas de alquiler vacacional, como Airbnb, ha transformado el mercado inmobiliario. Las ganancias para los anfitriones han crecido más del triple, pero el acceso a la vivienda para residentes permanentes se ha vuelto un desafío. “Antes ganábamos unas 9.000 coronas al mes; ahora superamos las 28.000”, afirmó Terri Souster, una de las anfitrionas de la zona.
¿Solución fiscal?
En medio de esta presión, el Gobierno de Noruega evalúa implementar un impuesto turístico del 5%, con el objetivo de reinvertirlo en infraestructura y servicios públicos. La medida, aún en discusión, busca preservar uno de los ecosistemas más delicados del mundo sin frenar el crecimiento turístico.
Tromsø enfrenta el reto de preservar el encanto de las auroras boreales y al mismo tiempo garantizar un equilibrio sostenible. En un mundo cada vez más hambriento de experiencias únicas, el turismo de naturaleza entra en una etapa crítica: crecer sin destruir.