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El día que un zapatista deshonró públicamente la bandera de México

En 1914, uno de los zapatistas más sobresalientes protagonizó el incidente de la bandera. Acto en el que cuestionó el valor del lábaro patrio, así como su origen.

Antonio María Ildefonso Díaz Soto y Gama fue un destacado revolucionario, vinculado inicialmente al movimiento magonista y más tarde al Ejército Libertador del Sur, liderado por Emiliano Zapata. Nació en San Luis Potosí en 1880 y es recordado no solo por su activismo agrarista y su lucha contra la dictadura de Porfirio Díaz, sino también por protagonizar el “incidente de la bandera”, un episodio en el que estuvo a punto de ser asesinado por cuestionar públicamente el lábaro patrio.

Un espíritu rebelde desde la infancia

Desde pequeño, Díaz Soto y Gama mostró una fuerte inclinación por la lucha social y el pensamiento anarquista. Escribía discursos y poemas políticos, la mayoría dirigidos contra el régimen de Porfirio Díaz. A los 19 años, organizó una manifestación en honor a Benito Juárez, donde conoció a Camilo Arriaga, quien lo invitó a fundar el Partido Liberal Mexicano (PLM) en 1900, donde ocupó la vicepresidencia.

En 1901, se graduó como abogado, pero ese mismo año fue encarcelado por distribuir propaganda antigubernamental. Su activismo lo llevó a fundar el Primer Congreso Liberal en San Luis Potosí y a denunciar a funcionarios corruptos, lo que le costó varias detenciones. Sus artículos de denuncia tuvieron gran impacto en la capital potosina, logrando su liberación gracias al apoyo popular.

Su vinculación con los zapatistas y el incidente de la bandera

Díaz Soto y Gama fue colaborador del periódico Regeneración, dirigido por los hermanos Flores Magón, y por ello fue encarcelado durante cuatro meses. Al salir de prisión, se exilió en Estados Unidos junto con otros liberales y más tarde apoyó la causa de Francisco I. Madero. En 1913, se unió a Emiliano Zapata, a quien consideraba un verdadero representante de la lucha social y los ideales anarquistas.

Su papel en el Ejército Libertador del Sur lo llevó a ser representante zapatista en la Soberana Convención de Aguascalientes (1914), un encuentro clave para intentar unir las fuerzas revolucionarias. Fue en este contexto donde protagonizó el incidente de la bandera.

¿Por qué cuestionó la bandera?

El 27 de octubre de 1914, los zapatistas llegaron a la Convención. Días antes, Venustiano Carranza y Álvaro Obregón habían firmado sobre la bandera nacional como un gesto simbólico de unidad. Cuando Díaz Soto y Gama fue llamado a firmar, se negó rotundamente y cuestionó el significado del lábaro patrio.

“Aquí venimos honradamente, pero creo que la palabra de honor vale más que la firma estampada en ese estandarte, que al fin de cuentas no es más que el triunfo de la reacción clerical encabezada por Iturbide… Señores, jamás firmaré sobre esta bandera. Estamos aquí haciendo una gran revolución contra la mentira histórica, y hay que exponer la mentira histórica que está en esta bandera”, declaró ante la asamblea.

Su postura desató la furia de los asistentes, quienes lo señalaron como traidor a la patria y estuvieron a punto de dispararle. Sin embargo, Díaz Soto y Gama continuó su discurso, argumentando que la bandera había adquirido un significado distinto con las luchas populares. Finalmente, firmó y reafirmó que el Plan de Ayala buscaba justicia para los desprotegidos, logrando transformar el enojo en aplausos.

Años después, explicó su postura:

“Mi obsesión era destruir la maniobra de los carrancistas. Atormentado por esta idea, aparté de mí la bandera y dije ‘Yo no firmaré sobre ella’”.

Últimos años y legado

Díaz Soto y Gama permaneció leal a Emiliano Zapata hasta su muerte. En 1920, fundó el Partido Nacional Agrarista y fue diputado en varias ocasiones, aunque en 1930 fue desaforado por enfrentarse a Plutarco Elías Calles.

En su etapa final, trabajó como periodista y académico, criticando al gobierno del Maximato y al de Lázaro Cárdenas. En 1958, recibió la Medalla Belisario Domínguez del Senado de la República por su trayectoria política e ideológica. Falleció en 1967 y fue sepultado en el Panteón Español.

Su vida fue un reflejo de la lucha por la justicia social y su legado sigue siendo un referente en la historia del pensamiento revolucionario en México.

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