Inflación en Argentina
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Columna: Aguas Internacionales
Por: José Miguel Martínez
En Argentina hay una nueva corriente política de la mano del presidente Javier Milei, quien tomó posesión el 10 de diciembre del 2023. El actual Jefe de Estado es un político radical que busca cambiar el panorama de la economía argentina. Lo caracterizan sus gestos exuberantes y frases icónicas como “no hay plata”, pronunciada en su discurso inaugural, haciendo referencia a que las arcas de la nación están vacías.
Cómo es bien sabido, la situación económica de Argentina ha sido turbulenta desde hace varios años. Así lo evidencia la hiperinflación que enfrentan, equivalente a más del 52 por ciento anual; sin importar que sea la tercera economía más fuerte de América Latina, sólo superada por Brasil y México. Esto quiere decir que los costos de vida aumentan en promedio el 1 por ciento semanal, lo cual implica que los ingresos de los argentinos no alcancen ni para poder sobrevivir.
Incluso a pesar de que muchas de las empresas que operan en el país sean propiedad del Gobierno, éstas suelen encontrarse en números rojos, lo que las vuelve poco rentables. Aunado a esto, la hiperinflación ha ocasionado que se tenga que imprimir más papel moneda, estrategia que no ayuda a bajar los niveles de inflación. En resumidas cuentas, el problema inflacionario con Argentina es que el Gobierno gasta más de lo que ingresa.
Los argentinos han sobrevivido de pedir préstamos al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a países aliados, pero esta manera de sostener a flote su economía no es sostenible a largo plazo. Una muestra de ello es que a lo largo de su historia han tenido que declarar en nueve ocasiones un default; es decir, la cesación de pagos de la deuda externa. Por tal motivo, adquirir nuevos préstamos es sumamente complicado debido a que las tasas de interés para ellos podrían aumentar de manera descomunal.
Milei llegó a la presidencia con la propuesta de cortar, con motosierra, el gasto público en más de un 30 por ciento, desapareciendo secretarías y vendiendo muchas de las empresas estatales, como la de extracción del gas, luz o las de transporte público. Estos recortes al gasto se traducen en que muchos de los servicios que los argentinos tenían subsidiados ya no lo estén, incrementando los precios de éstos y lógicamente generando presiones al Gobierno de los argentinos. Por otro lado, parece que estos recortes sí han ayudado a que Argentina por fin haya alcanzado su menor índice inflacionario mensual en los últimos cinco años, equivalente al 2.3 por ciento.