Golpe de Estado en Corea del Sur
Columna: Aguas Internacionales
Por: José Miguel Martínez
El pasado martes 3 de diciembre, a las once de la noche, el presidente Yoon Suk-yeol declaró en televisión nacional Ley Marcial, siendo la primera vez en 40 años que esto sucedía. Corea del Sur no había visto una declaración de dicha ley desde 1980, cuando fue usada para reprimir duramente al Movimiento Democrático de Gwangju, culminando en una masacre que cobró la vida de más de 150 personas.
En esta ocasión, la justificación de Yoon consistió en que en el parlamento supuestamente había fuerzas norcoreanas infiltradas que buscaban desestabilizar el país. Como medida “precautoria”, quedaron prohibidas todas las reuniones, políticas y no políticas. Además, toda persona que quisiera ingresar a la Asamblea Nacional sería arrestada por los militares. Por si fuera poco, también el control de los medios quedaba bajo control militar.
Al poco tiempo, la capital surcoreana, Seúl, se veía asediada por tanques y helicópteros militares. En respuesta, las personas apoyadas por la oposición y el mismo partido del presidente salieron a protestar a las calles contra la Ley Marcial. Siendo ya la una de la mañana, el parlamento la declaró inconstitucional e invalidó la declaración del presidente Yoon, con una votación de 190 a 0. Por su parte, el presidente ahora espera un juicio político por sus actos de traición a la patria.
Recordemos que Yoon fue electo en el 2022 y desde entonces no ha logrado pasar ninguna de sus políticas, además de estar metido en escándalos de corrupción. Considerando lo anterior, esta declaración parecía más bien un intento por no ser arrestado y continuar en el poder. En lo que respecta a la comunidad internacional, Estados Unidos suspendió los ejercicios militares con Corea hasta nuevo aviso, mientras Japón optó por cancelar la visita de su Primer Ministro a Corea del Sur.
En el recuento de daños, es evidente que Yoon puso en riesgo la economía y la seguridad de su país por un capricho personal. Ahora, no le queda más que atenerse a las consecuencias y ser juzgado por traicionar a su patria y haber despertado los fantasmas de un trauma nacional ocurrido en 1980.