Las fresas, un fruto emblemático de color rojo, presentan una forma cónica o esférica y están cubiertas de pequeñas semillas amarillas. Su aroma característico y su sabor equilibrado las convierten en un alimento de gran aceptación.
En el contexto global, México ocupa el tercer lugar en la producción de fresas, alcanzando anualmente más de 392 mil toneladas y dedicando más de 10 mil hectáreas a su cultivo. De esta producción, más del 52% se destina a la exportación, subrayando su relevancia en el comercio internacional.
Desde la perspectiva gastronómica, las fresas son un ingrediente versátil, utilizado en la preparación de mermeladas, postres, batidos y ensaladas. Su consumo fresco es especialmente apreciado, ya que proporciona una experiencia sensorial que realza diversos platillos.
¿Cuáles son los beneficios de la fresa?
De acuerdo con el Poder, las fresas poseen una alta concentración de antioxidantes, así como vitaminas y minerales que ofrecen múltiples beneficios para la salud.
Con un 85% de su composición formada por agua, estas frutas se presentan como una opción ligera y refrescante. Entre los minerales que aportan se encuentran el potasio, magnesio, hierro y calcio, los cuales son fundamentales para el organismo.
El consumo regular de fresas puede contribuir a la reducción de la inflamación en los tejidos, además de ayudar a mantener niveles saludables de colesterol y triglicéridos.
Asimismo, su ingesta se asocia con una disminución del riesgo de hipertensión arterial, infartos y accidentes cerebrovasculares.
Además, su contenido en fibra y agua mejora la salud intestinal, previniendo problemas de estreñimiento.
Esta es la manera correcta de comer fresas
Las fresas se pueden disfrutar de múltiples maneras: en platos fuertes, como ingrediente en bebidas, de forma natural o como parte de un postre.
Es común preparar agua fresca licuando fresas con agua, y muchas personas se animan a elaborar sus propias mermeladas en casa.
Al adquirir fresas, es fundamental seleccionar aquellas que sean frescas y firmes. Sin embargo, es importante tener en cuenta que al alcanzar su máxima maduración, pueden perder frescura y deteriorarse rápidamente. Por ello, se recomienda consumirlas lo antes posible o almacenarlas con cuidado para preservar su calidad.
